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“NO QUEREMOS MÁS VIOLENCIA Y TAMPOCO LLORAR MÁS VÍCTIMAS”

“NO QUEREMOS MÁS VIOLENCIA Y TAMPOCO LLORAR MÁS VÍCTIMAS”

Los vecinos de San Cayetano dijeron que los chicos comienzan a consumir a los 10 años. Denunciaron que los transas del barrio los amenazaron para que no se manifiesten; también pidieron más seguridad.

Cuando llegaron, lo primero que hicieron fue pintarse la cara de blanco, el color que simboliza universalmente la paz. Luego desenrollaron los carteles que habían llevado hasta la Plazoleta Dorrego y posaron para las fotos. Sonrieron, sí, pero el motivo por el que estaban ahí no era feliz. Se manifestaron contra los dos grandes flagelos de San Cayetano: la droga y la inseguridad.

 

“Esta marcha estuvo convocada por la Red Interbarrial de San Cayetano: el club, la Iglesia Católica, la Iglesia Evangélica, las escuelas. En primer lugar pedimos seguridad. Por ejemplo, el año pasado en mi iglesia robaron nueve veces. Rompieron la entrada, se llevaron cosas de Cáritas, un proyector, dinero. Y no somos las únicas víctimas. Por otro lado, en San Cayetano corre todo tipo de drogas. Pedimos una lucha más efectiva, políticas de prevención”, explicó a LA GACETA el cura Martín Aversano. El religioso explicó que los robos en su templo pararon cuando la Policía les puso una guardia especial. Sin embargo, la inseguridad siguió en el barrio. “Hablé con autoridades hace algunos meses, pero no hicieron nada hasta el momento”, agregó.

 

Con el correr de los minutos, fueron llegando más personas a la plazoleta hasta que llegaron a ser alrededor de 50. Los presentes explicaron que hubiesen sido más, pero que la lluvia que aqueja hace varios días a la provincia frenó a varias personas. Otras no fueron por miedo.

 

La marcha se valió mucho de lo simbólico y lo gestual. Además de pintarse las caras, después sacaron pañuelos blancos. Y en las fotos, varios optaron por poner las manos a la altura del pecho, frente al cuerpo. “De esa forma mostramos que no queremos más violencia, tampoco llorar más víctimas. Que no vamos a responder a las agresiones. Lo que queremos hacer, desde la Pastoral y otras instituciones, es recuperarlos”, explicó Rosario Díaz, una de las manifestantes. “Nos parece importante reclamar la paz en paz. Por eso no cortamos la calle. No buscamos culpables, sólo soluciones”, agregó Carlos Almirón, presidente del Club San Cayetano.

 

Amenazas

 

Las agresiones que nombró Díaz están a la orden del día y ellos lo saben. Los transas de San Cayetano conocen la lucha de los vecinos contra las drogas y no les causa gracia que les arruinen el negocio. “Hay personas que recibieron intimidaciones para no marchar. Les decían que corría riesgo su vida”, contó Aversano.

 

El cura es el único que se atreve a dar su nombre al hablar de los narcos. Los vecinos tienen mucho para decir, pero el miedo los lleva a rogar que no se publiquen sus nombres completos.

 

“Todos sabemos quién vende. Hay denuncias con dirección y nombre. En Barrio 20 de Julio hay al menos tres familias que venden drogas. Por la calle Anselmo Rojo al 800 también hay lugares de venta. Estamos cansados. El paco se vende como pan y los chicos no tienen amparo. Algunos no llegan a los 20 años. En Barrio Salvador conocemos tres casos de jóvenes que se ahorcaron por sufrir la abstinencia. La sociedad les da la espalda”, señaló Alfredo. Todos coindicen en que la muerte no es el único camino que toman cuando la abstinencia aparece; otros salen a cometer asaltos para poder drogarse.

 

Al parecer, los transas no se detienen ni siquiera cuando sus familias son las que sufren las consecuencias. “Hace algunos años hubo un operativo grande, donde detuvieron a ‘Gaby’, una mujer que vende droga. Esta mujer tenía una hija que le dio una nieta cuando tenía 14 o 15 años. Algunos años después, la hija de ‘Gaby’ le robó la droga y después apareció ahorcada. Dejó a una nena sin madre. Pero esto no detuvo a la familia; siguen vendiendo”, relató Marta.

 

La respuesta

 

En la comisaría 4°, que tiene bajo su jurisdicción a San Cayetano -donde viven 40.000 personas- no desconocen los pedidos. “Quieren soluciones al flagelo de la droga en el barrio y más presencia policial. Lo sabemos. Por eso se están haciendo operativos sorpresa en distintas zonas y en distintos horarios, más que nada por el tema de la droga y de los arrebatos en moto, que son los principales problemas que tenemos”, explicó a LA GACETA el comisario Ernesto Soria.

 

Creen que los chicos consumen para olvidar la violencia, la soledad y la pobreza

 

En San Cayetano están convencidos de que al luchar contra la droga es fundamental conocer los motivos que llevan a los chicos a consumirla. “Necesitamos fortalecer las instituciones. Hay que fomentar la cultura, el deporte y la información. Los chicos consumen a partir de los 10 años por la situación vulnerable de su vida. Tienen un malestar que los aqueja. Tapan el dolor de su existencia con la droga”, explicó Liliana Arias, psicóloga del CAPS de San Cayetano. Una interpretación similar halló Rosario Díaz, de la pastoral de la zona: “hay que buscar mecanismos eficaces con actividades para que se sientan útiles y poder sanar esas heridas que tienen y los hacen caer en la adicción. Uno no cae si no está herido. Y ellos traen historias de violencia, de padres ausentes, de tener que vivir el día a día con lo mínimo, sin saber qué pasará mañana. Buscan la salida más fácil y la droga les hace pensar que todo va a estar bien”.



Fuente: http://m.lagaceta.com.ar/nota/682653/policiales/no-queremos-mas-violencia-tampoco-llorar-mas-victimas.html