Buscando materiales alternativos y económicos para construir sistemas de vuelo no tripulados, docentes, investigadores y estudiantes universitarios desarrollaron drones con cañas huecas, que se encuentran fácilmente en la naturaleza. Precios accesibles, apertura e ingenio puestos en la pequeña y mediana agricultura. Beca nacional en proyectos sociales.
Quien haya tenido entre sus manos un dron entiende,
sin que nadie se lo explique, que el objetivo número uno es que no se estrelle
contra el piso, un muro o un poste. No hace falta ser muy conocedor para saber
que la delicada carcasa de plástico que contiene los motores, las hélices y
todos los demás componentes electrónicos del avión puede terminar en mil
pedazos ante un impacto, entonces es común que las manos tiemblen cuando
sostienen el control remoto que los comanda. Pues bien, un proyecto que despegó
de la Facultad de Ciencias Exactas (Facet) de la UNT está construyendo drones
con estructuras de caña de bambú, que no son irrompibles, pero sí fácilmente
reemplazables.
Y es que la necesidad es madre del ingenio. “Este
proyecto comenzó en 2012. Con las trabas a las importaciones teníamos una
importante carencia tecnológica al momento de conseguir los componentes. Por un
lado eso y, por el otro, porque nos interesaba utilizar materiales
alternativos; veíamos que en la Facultad de Arquitectura vecina de Exactas en
la Quinta Agronómica la caña hueca tiene mucha presencia y realizan estructuras
con ese material, entonces comenzamos nuestros ensayos”, apunta Gustavo Juárez,
director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la facultad.
Utilizando cañas huecas lo más rectas posible
construyeron la estructura de estos aviones no tripulados que se utilizan en
todo el mundo para propósitos múltiples: desde seguridad hasta control de
campos de agricultura. A este último uso es al que apuntan los desarrolladores
del proyecto. Las cañas huecas sirven de soporte para los motores del dron y
para todos sus componentes electrónicos.
“Un dron está compuesto por más de 10 elementos
fundamentales, y uno de ellos es la estructura o frame, en inglés. Esta última
y las hélices son los componentes que más fácilmente se rompen. Con las hélices
rotas no hay vuelta que darle y sí o sí hay que comprarlas y reemplazarlas.
Pero al frame ahora sí podemos construirlo y reemplazarlo nosotros. Creemos que
el sistema tiene un gran potencial en las comunidades rurales”, señaló el
director. “El bambú tiene la ventaja de ser muy liviano y resistente, además de
ser ecológico y de encontrarse fácilmente en nuestra provincia. En este
hallazgo han sido fundamentales los aportes de Carlos Juárez Dappe, un gran
entusiasta en estos temas”, agregó.
Drones
independientes
El investigador contó que la Facet adquiere las
placas navegadoras, rotores, baterías, cámaras y en el laboratorio hacen la
integración electrónica de esos componentes y programan los algoritmos
inteligentes para la navegación autónoma, informó la Dirección de Comunicación
Institucional de la UNT. El objetivo es lograr que los drones sean lo más
independientes posible, es decir que necesiten de una menor intervención humana
que en los sistemas tradicionales, para que los puedan usar comunidades en las
que no haya un desarrollo tecnológico muy avanzado.
“Estamos programando algoritmos para que el usuario
marque en un mapa los puntos del recorrido del avión, le indique dónde tomar
las fotos y que regrese”, explicó, marcando la diferencia con los drones más
difundidos en el mercado, que son manejados por control remoto. “Además, como
las cañas no son perfectamente rectas, es necesario que el sistema corrija el
centro de gravedad para lograr un vuelo armónico. Eso se consigue regulando
automáticamente la velocidad de los rotores a partir de las lecturas del
giroscopio”, describió. Este mecanismo está presente en todos los drones que
existen en el mercado, pero por las características irregulares de la caña se
hace imprescindible una correcta programación.
Transferencia
social
El docente de la Facet contó que no sólo se
proponen armar y programar los drones en la facultad y desarrollar su
estructura de bambú, sino que buscan aportar un servicio integral para la
agricultura de precisión. Esta iniciativa se materializa en conjunto a través
de un convenio con la Estación Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) para
poder prestar un servicio a los agricultores.
“Los drones pueden ser utilizados para controlar el
robo de ganado, la invasión de límites y perímetros en los campos, para el
control de plagas y estado del suelo en cultivos, etcétera. Es lo que se llama
agricultura de precisión y es ahí donde la Estación Experimental puede hacer un
valioso aporte. La primera fase es la capacitación en electrónica y vuelo a los
pequeños y medianos productores y, una segunda fase, en colaboración con la
Eeaoc, será el procesamiento de las imágenes que se obtienen con los drones”,
explicó.
Juárez comentó que muchas veces se adquieren
sofisticados sistemas de navegación aérea pero se carece del software necesario
para procesar las imágenes. Otras veces se rompen piezas y cuando el dron viene
cerrado de fábrica no puede repararse. “La ventaja de una programación local de
los drones es que podemos redirigirlos, reprogramarlos, repararlos y ayudar a
interpretar imágenes, a un precio más accesible que los que se consiguen
afuera”, precisó.
El proyecto que coordina Juárez y del que
participan otros investigadores de la Facet, docentes y alumnos, denominado
Proyecto de Navegación Inteligente de Sistemas Aéreos Autónomos (Pronisaa),
obtuvo el año pasado una beca del Consejo Interuniveritario Nacional dentro del
programa Proyectos de Desarrollo Tecnológico y Social. En estos momentos se
encuentran instalando los sistemas electrónicos en las cañas de bambú y el
proyecto ha generado todo tipo de comentarios y humoradas en los ámbitos
científicos. “En estos tiempos es muy difícil ser original, con lo que sea,
pero sobre todo en la ciencia es muy difícil ser original. Creemos que la
regionalización es la clave de la originalidad. Encontramos muchas ventajas en
ese material tan usado en nuestra zona y además en ningún otro lado del mundo
se hicieron drones con caña de bambú, lo que hace de esta idea algo
verdaderamente original”, reflexionó.
Caos en
Rusia: un robot se escapó de un laboratorio
Gustavo
Juárez, director del Labortario de Inteligencia Artificial, el ámbito donde se
desarrollan los drones de bambú, explicó que uno de los objetivos es volver a
los drones lo más autónomos (que no demanden atención humana) e inteligentes
(que aprendan de sus aciertos y errores) posible. “Siempre se necesita del
humano; si no, fíjese lo que pasó en Rusia, donde un robot escapó de un
laboratorio”, contó el profesor. Se trata de Promobot, un humanoide para
brindar información a clientes en centros comerciales, que se dio a la fuga
ante el descuido de uno de sus ingenieros.
El dato
La caña de bambú es muy utilizada en la
construcción sustentable. Por su rigidez y maleabilidad, resulta una excelente
opción para reemplazar algunos materiales contaminantes y además la planta
crece a gran velocidad. Originario de la India, el bambú llegó al Noroeste
Argentino a finales del siglo XIX. En Tucumán forma parte de nuestra cultura
campesina y está íntimamente relacionado al desarrollo de la industria
azucarera.
Algunos usos de los drones
>
Seguridad: para prevención de delito y persecuciones de delincuentes
furtivos.
> Cinematografía: pueden reemplazar las costosas
y aparatosas grúas para hacer tomas en altura.
> Agricultura: control de plagas, humedad del suelo, delimitación de campos con fines fiscales.
Fuente: http://m.lagaceta.com.ar/nota/688327/tecnologia/desde-facultad-exactas-despegan-primeros-drones-bambu-mundo.html