
Paisajistas y la Sociedad Amigos del Árbol exponen sus trabajos y proponen una toma de conciencia sobre la preservación de los espacios verdes.
No se sabe el origen exacto de la expresión “Jardín
de la República” que se le atribuye a Tucumán. El historiador Carlos Páez de la
Torre (h) apunta en una de sus columnas que en “la torrencial producción de
escritor” de Domingo Faustino Sarmiento no se encuentra la frase textual como
algunos señalan. Pero en su “Facundo”, Sarmiento describe a Tucumán como “Edén
de América”. En la actualidad la opinión sobre nuestra provincia está dividida:
por un lado no se discute la rica y densa vegetación natural, pero por otra
parte la mano del hombre no ha sido respetuosa con esa porción verde, ni con la
misma ciudad donde ahora gana el cemento. En el marco del 18º Julio Cultural
Universitario, hoy a las 19 el Centro Cultural Virla reclamará por ese apodo
devaluado: sus salas estarán transformadas en un “mini pulmón verde”, entre
plantas reales, fotografías y dibujos.
“Tucumán, Jardín de la República” es una muestra
que se divide en dos: “Tucumán, patrimonio verde”, producida por Rosina Campo y
Gustavo Calleja; y “Primera muestra de paisajismo y diseño de jardines”,
organizada por el colectivo de paisajistas integrado por Claudia Amado, Olga
Espinosa, Rafael Kreibohm, Eugenia Moreno, Lolo Nagore, Adriana Raed, Gustavo
Rubinstein, Gustavo Tomaspolky. Además, en las muestras participarán los
artistas plásticos Silvina Apas, Emiliano Molina y Rodolfo Paz.
Dentro de la muestra se organiza una serie de
charlas: el 25 y 26 de julio hablarán de paisajismo Oscar Chelela, Cristina Le
Mehauté y Carlos Thays; el 26, a las 10, está prevista una mesa panel con
Rosina Campos (“Árboles notables”), Mercedes Aguirre (“Paisajes y patrimonio
cultural”) y Marcelo Beccari (“Plazas y espacios públicos”).
¿Cómo
reconstruimos?
El nombre de la muestra “Jardín de la República”
remite a una mirada nostálgica -confiesa el paisajista Gustavo Rubinstein- que
tiende a recuperar un tiempo pasado. “Efectivamente Tucumán no traduce en su
estética esa reconocida frase. Los últimos 40 años de gestión pública, en todos
los niveles, se ha demostrado un desprecio o abandono paulatino por los
espacios comunes. Pero no es sólo responsabilidad de la gestión política: la
ciudadanía tampoco valora lo público”, razona Rubinstein, y plantea como una
posible salida para volver a ser un jardín nacional la necesidad de construir o
elaborar proyectos comunitarios a largo plazo, con la apropiación de la
comunidad: representados y representantes que trabajen juntos.
“Sería bueno que se transmita, con educación, que
los espacios verdes no son un bien de nadie, sino un espacio al servicio de
todos. Pensando en ello, se podría recuperar la figura del placero, a quien se
respetaba bastante. Seguir apelando a la autodisciplina es una utopía”, agrega.
Lo que no
está escrito
Desde el punto de vista colectivo, Gustavo Calleja,
organizador de “Tucumán, patrimonio verde”, opina que el concepto de patrimonio
se refiere a lo valioso para la sociedad y a lo que se tiene que preservar,
pero que llevado al paisaje esto no se toma al pie de la letra como dicen
algunas normas referidas a Patrimonio.
“Lo que se termina cuidando es lo que dice
perfectamente la ley. Por ello en la práctica se cuida más el patrimonio
monumental que el paisaje, por ejemplo, que es algo que tiene que ver más con
cómo queremos vivir”, explica Calleja. Referido a esto último, con cómo
queremos vivir, se destaca el trabajo que hace a diario Rosina Campo,
prosecretaria de la Sociedad Amigos del Árbol, que ha dedicado toda su vida a
hacer activismo verde y que hoy expone su trabajo a través de fotos propias,
acompañadas con ilustraciones en las paredes de los artistas Emiliano Molina y
Rodolfo Paz.
La muestra ilustra aspectos históricos, botánicos y
estéticos de especies arbóreas nativas y exóticas del arbolado urbano y espacios
públicos, que merecieron ocupar un sitio destacado en la valoración cultural
local, constituyéndose de ese modo en representantes del patrimonio verde.
Entre esas imágenes de la muestra se develan
también malas prácticas de vecinos con los árboles (“hay empresas constructoras
que los usan de palancas”), los árboles notables y la intervención de Rosina
Campo en el Museo Casa Histórica de la Independencia.
“Queremos -se confiesa Rosina- que con esta muestra puedan tomar conciencia del valor que tiene el árbol en todos sus aspectos. Es lo único que nos puede permitir vivir con aire puro. Lamentablemente donde antes había una casa con varios árboles, ahora hay un edificio de 16 pisos con lo mínimo de verde”.
Fuente: http://m.lagaceta.com.ar/nota/690895/sociedad/sueno-volver-ser-jardin-republica-se-hace-real-virla.html