El
Ministerio de Defensa alista una resolución que dará vida a lo que denomina
Sistema de Archivos de la Defensa. El SAD, impulsado por el ministro Agustín
Rossi, está destinado a unificar los criterios de conservación y archivo de los
documentos de las tres Fuerzas Armadas y del ministerio que hasta ahora se
manejaron con distintos modos de conservación, secreto o destrucción. Pero de
cara a las elecciones de octubre, también es una herramienta pensada sobre todo
para consolidar y preservar a largo plazo el enorme patrimonio generado por la
desclasificación de los archivos del terrorismo de Estado realizado durante
estos años. “El Sistema de Archivos de la Defensa –dicen los fundamentos–
contribuye a los deberes del Estado Argentino en la promoción, respeto y
garantía de los derechos humanos incluido el derecho a la Verdad, a la Justicia
y a la reparación que permitieron asegurar las garantías de un estado
democrático para las generaciones actuales y futuras.”
Stella
Segado es directora de Derechos Humanos del ministerio. Estuvo a cargo del
diseño de esta resolución que será presentada oficialmente el 14 y 15 de octubre
en un seminario del que participarán otras agencias del Estado, encargadas
durante estos años del inédito trabajo en desclasificación de los archivos de
la dictadura. El balance de estos años abarca desde las resistencias de los
militares a abrir sus archivos, en especial de la Armada, que hasta ocultó una
habitación con documentos como el legajo adulterado de Alfredo Astiz. Hasta lo
que sucedió con la desclasificación de los últimos documentos sobrela guerra de
Malvinas. “Es increíble y revolucionario”, dice Segado cuando menciona que el
personal del archivo del Ejército tomó clases en el Archivo General de la
Nación estimulado por Defensa. Y allí llevaron para hacer como trabajo práctico
los documentos secretos de Malvinas. Sabiendo que era un material sensible, lo
inventariaron. Cuando llegó el ministerio a analizarlo luego de la
desclasificación ordenada por Cristina Kirchner, el trabajo que en otra época
hubiera requerido empezar de cero, estaba casi completo.
De las
jornadas que se realizarán el 14 y 15 de octubre participarán, entre otros
organismos e instituciones que trabajan con archivos vinculados a la dictadura,
la Comisión Nacional de Valores y el Archivo provincial de la Memoria a cargo
de los documentos ex Dipba. “La idea es mostrar cómo se trabajó el derecho a la
Verdad que fue transversal en toda la administración pública. Qué hizo cada
uno. Y todos nos fuimos cruzando y trabajando en conjunto”, dice Segado.
–¿Cuál es
el balance después de todos estos años?
–El
trabajo en archivos no sólo arrancó con nosotros. Cuando llegamos había un
equipo con una dinámica diferente que buscaba documentación para los juicios.
Empezaban a entender que era necesario explicar de qué trataban esos
documentos. Empezaron a elaborar informes. Cuando llegué, profundizamos el
trabajo sobre documentación porque estaba sin ningún criterio. Por una cuestión
de guarda había que aplicar criterios archivísticos. Comprometimos a la misma
gente de las Fuerzas Armadas. La gente del Ejército que trabajaba en los
archivos fue a capacitarse al Archivo General de la Nación. Todos hicieron
cursos de archivo. De a poco empezaron a contratar conservadores. A tener otro
criterio. Al principio con resistencias y luego descubrieron que les facilitaba
la tarea. Esa tarea bastante invisible hacia afuera se convirtió en muchos
documentos que se hicieron públicos. Detrás estuvo este proceso increíble, si
uno piensa que pasó dentro de las Fuerzas Armadas. Por ejemplo, que vaya gente
uniformada a tomar un curso de cómo se guarda un documento al Archivo General
de la Nación. O que empiecen a ver que la historia también se cuenta cuidando
los documentos. Las Fuerzas Armadas acompañaron todo el proceso histórico de
nuestro país. Los 200 años de historia, pero no había una concepción de cuidado
de los documentos que eran los que contenían los hechos históricos. Tenías un
legajo de un soldado de 15 años de 1817 al lado de un personal retirado en
2000. Había que entender qué es lo histórico y qué no.
–¿Cree
que hubo un cambio en serio?
–Se
fueron modificando las resistencias. Y en serio. Por ejemplo, la Armada no
tenía un departamento histórico. Y no quería tenerlo. Discutimos. Ellos tenían
sus propios investigadores y con eso era suficiente. Armar un archivo dentro del
departamento histórico fue meternos en Casa Amarilla. Hacer que se trasforme en
un archivo. Y vos vas ahora y no lo podés creer: porque pasaron de ‘no queremos
un archivo’, a tener uno con conservadores, mesas de lectura increíbles que
ellos mismos compraron. Hubo muchísimos cambios. Pero hay resistencias en otras
cosas. Creo que va llevar mucho tiempo. Tenemos que entender que todavía muchos
tuvieron contacto con gente que hoy está siendo enjuiciada. Fueron sus
superiores. Todavía se juega una cuestión de lealtad mal entendida. Pero dentro
de la disciplina militar uno tiene que comprender que se sienten como obligados
a ese superior. Es complejo. Nos falta atravesar una generación, para estar en
contacto con militares que no hayan tenido contacto con ellos. Pero así y todo
está, hay cosas como Malvinas.
El lunes,
Página/12 dio cuenta de archivos desclasificados sobre la guerra de Malvinas
que aportan nuevas pruebas sobre los tormentos sufridos por los soldados
argentinos manos de sus superiores. La información fue enviada a la fiscalía
federal de Río Grande y servirá para imputar a ocho militares.
“Cuando
llegamos a la última documentación que se desclasificó –cuenta Segado– ya
estaba toda inventariada. Dentro de su curso de capacitación en el Archivo
Gnereal de la Nación, el Ejército llevó como tarea práctica hacer el inventario
de Malvinas. Hizo ese trabajo antes de que pudiéramos desclasificarlo. Hicieron
un inventario como correspondía, desde la lógica archivística. Es decir que
cuando llegamos a desclasificar, ya estaba hecho más de la mitad. Que era lo
más importante. Nosotros hicimos el análisis documental, pero lo otro ya
estaba. Cuando lo contás, no sé si logra transmitir la dimensión de lo que
tiene, pero los que tuvimos que atravesarlo decimos: ¡uh, mira todo lo que
hemos hecho! Sabían que era un material sensible.”
El
archivo histórico del Ejército está a cargo del militar Fernando Di Palmo. El
año pasado se encontraron o recibieron una documentación de Riccheri, cartas de
fin del siglo XIX. “Cuando fuimos –da otro ejemplo la funcionaria– primera
escena: encontré un equipo de conservación trabajando con los documentos.
Quedamos en trabajar en conjunto. Fue gente a inventariar y digitalizar, porque
la conservación la están haciendo ellos con un equipo que contrató Ejército. Al
comienzo creíamos que no íbamos a poder avanzar más allá de lo que hiciera
Defensa, pero las tres Fuerzas tienen ahora conservadores, archiveros y se dan
cuenta que es necesario.”
–¿Cómo se
protege el largo plazo?
–En ese
largo camino empezamos a pensar que era necesario un cierre. Por eso, surgió la
idea de poner la mirada en lo reglamentario para que hacia adelante se pudiera
trabajar con esos parámetros de archivo y conservación. Trabajamos en lo que se
va a llamar el SAD, que tiene un antecedente en España. El agregado militar
argentino nos mandó información y empezamos a estudiar la reglamentación.
Hicimos un SAD argentino.
Hasta
ahora cada Fuerza se manejaba con criterios propios y distintos en cuanto a qué
se conserva. La nueva reglamentación dejará sin efecto los reglamentos que
ordenaban el tema: plazos de guarda; qué tipo de documentación se guarda y
cuál; cuál es histórica; qué es secreto, qué se puede mostrar, en qué
condiciones, quién tiene interés legítimo y quién no. Habrá una Junta de
Clasificación que decidirá qué cosas se tiran y qué no. Estará formada por
integrantes de las Fuerzas Armadas y el ministerio de Defensa. la composición
se definirá en las próxima gestión y saldrá por resolución ministerial.
–¿Qué
opinaron los militares del SAD? Otra vez, ¿hubo resistencias?
–Venimos
trabajando con ellos a la par. Ellos nos van diciendo qué se les complica.
Mucha documentación de lesa humanidad que se pide ya no existe. No existe
porque hubo distintos mecanismos para que se fuera destruyendo. Más allá de que
hubo intención, también estaba escrito que había que hacerlo. Por ejemplo, de
nuevo el tema Malvinas. Había una directiva de (Cristino) Nicolaides que decía:
esta documentación es secreta. Todos los casos de violación a los derechos
humanos –no lo decía de esta forma– van a ser tratados como cuestiones
disciplinarias. Así, a una persona que había torturado le daban cinco días de
arresto. Después, esa documentación fue clasificada como secreta. Y no hubo
manera de hacerla pública, ni usarla en los juicios porque era secreta. Hubo
que desclasificarla. Todo eso va a estar regulado. Nos pareció importante que
los archivos de las Fuerzas Armadas sean como cualquier otro archivo, que estén
dentro de la ley del Archivos General de la Nación. Y dentro del SAD va a estar
el archivo central del ministerio de Defensa, que hasta hoy no existe.
–¿Será
digital?
–No. Por
supuesto va a estar la digitalización, pero como una herramienta más. Para
nosotros es importante la guarda del documento físico. Por supuesto la
herramienta digital sirve también como resguardo del papel. Va a estar en los
parámetros de cualquier otro archivo. Obviamente, hay que pensar en
presupuestos. Si es necesario, en otros edificios. En muchos casos, los
archivos funcionan en lugares no aptos para archivos. El papel pesa, no puede
estar en pisos muy superiores y tampoco en un subsuelo. Se necesita una planta
baja y hasta un primer piso. Nos pasó cuando se derrumbó una parte del edificio
Cóndor por la guarda del papel. Se humedece y pesa más. Pero sí, es realmente
revolucionario pensar los archivos de la Fuerzas Armadas que tienen
documentación histórica como archivos y no como depósitos de papel y eso ya te
cambia la mirada.
–¿Recuerda
alguna imagen de los archivos cuando los encontraron?
–Todos
los documentos estaban apilados de distintas maneras. Por ahí, había un
criterio topológico. Vos preguntabas, ¿en este lugar está tal cosa? Y decían:
en el segundo estante lo vas a encontrar. O encontrabas pila de documentos
atados con hilo sisal. No estaban en cajas. La Armada guardaba en cajas de
madera, viejísimas. Como eran de madera parecía que conservaban bien el papel,
pero era una cantidad de documentación tal en cada caja que no entraban tantos
documentos. Había muy pocas cajas. Y cuando se terminaron, guardaron con papel madera.
Bultos y bultos y bultos que no se sabía ni lo que había adentro porque les
había llegado así y así lo guardaron. El criterio era que el dueño del material
era quien lo depositaba. Si lo depositaba Bahía Blanca, el de allá perdía el
control con la distancia y el de acá no podía meter mano porque no era dueño.
Eso hubo que modificarlo.
–¿Qué
queda pendiente?
–Si
tuviera que decir qué faltó, me hubiese encantado hacer un trabajo en el
Mercorsur con los archivos. Argentina es el único lugar de la región dónde un
ministerio entró en los archivos de las Fuerzas Armadas. Estoy convencida de
que un legajo uruguayo se debe leer igual que uno brasileño porque nuestros
Ejércitos se formaron con las mismas escuelas. Creo que hay que meterse con las
historias de las Fuerzas Armadas. No llegamos nosotros, pero creo que éstas son
las cosas que hay que marcar para no ir para atrás, sino para adelante.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-283283-2015-10-07.html