Zarpó de un puerto mexicano y apareció en las Islas Marshall. Su acompañante murió en alta mar y su familia le hizo una demanda millonaria ante la Justicia
La historia de
José Salvador Alvarenga conmovió al mundo hace dos años. Este pescador
salvadoreño partió una mañana en su lancha desde la costa del Pacífico mexicano
y no se supo más de él hasta 13 meses más tarde, cuando apareció en la costa
del atolón de Ebon, en las Islas Marshall, en Oceanía.
Fueron 438
días a la deriva en una lancha de siete metros, desde la mañana de noviembre de
2012 en la que el salvadoreño salió a pescar tiburones. Llevaba 15 años entre
la bahía de Chocohuital y Costa Azul, trabajando para la cooperativa
Camaroneros de la Costa. Partió del puerto Paredón Viejo, cerca de Tonalá,
junto a Ezequiel Córdoba, un joven de 24 años. Fue un compañero de último
minuto después de que su amigo Ray, con el que pensaba viajar, se ausentara esa
mañana.
Ambos subieron
a una lancha blanca, con comida para ese día y un hielera celeste de casi dos
metros de largo para mantener fresca la pesca en el viaje de regreso. Estando
en altamar, los vientos del norte les hicieron perder el rumbo y la frágil
lancha pesquera terminó en medio de una tormenta que arruinó el motor y dejó a los
dos pescadores a la deriva.
Ambos
subsistieron durante semanas bebiendo su propia orina y la sangre de gaviotas y
tortugas que lograban atrapar.
En un momento,
Ezequiel se descompuso con la carne de un pájaro en mal estado y dejó de comer.
Unas semanas después murió. Antes del final, Salvador le prometió que visitaría
a su familia para contarle su historia y entregarle su cuerpo.
Alvarenga
conservó el cuerpo en el barco durante días. "Cada mañana le daba los
buenos días", asegura. Hasta que en un momento, cuando avanzaba su
putrefacción, decidió deshacerse de él y arrojarlo al mar.
Tras más de 13
meses a la deriva en el Pacífico, Salvador, de 37 años, divisó unos árboles en
el horizonte. Al acercarse a la costa, su lancha volcó. Nadó hasta la orilla y
cayó desmayado. Durmió durante horas hasta que los gritos de dos mujeres en un
idioma que no entendía lo despertaron.
Estaba a 10.800
kilómetros de distancia de su puerto de partida.
Cuando las
agencias internacionales difundieron la foto del náufrago, en Chocohuital lo
reconocieron al instante: "¡Es 'La Chancha'!". Nadie conocía al
salvadoreño por su nombre. Había llegado allí junto a su hermano 15 años antes,
camino a Estados Unidos, como tantos de sus compatriotas. Pero le gustó el
lugar, la vida de pescador y se afincó.
Ahora, en la
gira de presentación del libro Salvador, en el que el periodista Jonathan
Franklin cuenta su historia, el náufrago asegura que todavía se siente a la
deriva en el asfalto, sueña con estar perdido en el mar y tiene fobia a las
aglomeraciones de gente.
La historia
tuvo un giro inesperado cuando Salvador visitó a la familia de Ezequiel, tal
como se lo había prometido. La madre de su compañero de naufragio no quiso
escuchar su versión. Sí lo hizo el resto de su familia, que no le creyó nada y
meses después presentó una demanda en la Justicia en la que lo acusan de
haberse comido a su compañero de naufragio y exigen una indemnización de un
millón de dólares.
Fuente: http://www.infobae.com/america/america-latina/2016/11/23/salvador-el-naufrago-que-sobrevivio-438-dias-a-la-deriva-y-ahora-afronta-la-peor-acusacion-de-la-familia-de-su-companero-de-viaje/