La compañía creada por siete
argentinos funciona como company builder y como equipo desarrollador para
startups que no tienen un cto in-house. Patinetas inteligentes, apps para
capturar videos 360 y un tracker para ser el próximo messi, son algunos de sus
proyectos.ya facturan dos millones de dólares
Si hubiese una lista con todos
los atributos estéticos que tiene que tener una empresa tecnológica para atraer
talento y capital, Wolox podría tildar con lapicera verde casi todos los
casilleros. Murales en las paredes, check. Zonas de trabajo comunales, check.
Frutas y snacks para los empleados, check. La elección, se entiende, no es
casual sino parte de un esfuerzo de sus siete fundadores por crear una cultura
de startup que fidelice a los ingenieros involucrados en las diferentes áreas
de trabajo y proyecte la sensación de que el crecimiento desorganizado —ese que
hizo que empresas como Globant o MercadoLibre superasen 100 por ciento de
crecimiento año a año en sus primeros lustros—tiene el color y la forma de la
juventud. Ninguno en el grupo fundador —los famosos siete— tiene, entonces, más
de 30 años y sus 100 empleados —que hoy se desparraman en casi cinco pisos en
un edificio de departamentos en el barrio de Palermo—promedian los
veintitantos.
Pero no siempre fueron tantos, ni
las oficinas, lindas. La génesis de Wolox se dio en los claustros de la
Facultad de Ingeniería del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), el
alma mater de los siete fundadores: Matías Williams, Nicolás Magni, Pablo
Giorgi, Luciano Zemin, Santiago Samra y Guido Marucci Blas. “Nos conocíamos por
haber cursado juntos o porque alguno había sido JTP del otro. Todos
estudiábamos Ingeniería Informática en el ITBA y veníamos del mundo
emprendedor”, cuenta Bermúdez sobre el nacimiento de la empresa. De hecho,
junto con Marucci Blas, habían formado una startup anterior, “Busca tu mesa”,
una especie de Restorando que no pudo sobreponerse a los primeros dolores de
crecimiento. Lo cierto es que, en 2011 y todavía con empleos full-time, se
sentaron a pensar sobre nichos inexplorados del mercado. Y, buscando,
encontraron no una idea de producto sino una necesidad del mercado: las
startups, que son muchas, no siempre tienen equipos de desarrollo para darles
forma a sus ideaspero tampoco recursos para tirar al techo. Lo que podían
hacer, pensaron, era actuar como un grupo desarrollador ad hoc para diferentes
startups que no podían pagar con dinero pero sí con equity. El equipo de Wolox,
entonces, elegía a uno de los suyos para actuar de CTO con voz y voto dentro de
la compañía con un equipo dedicado a trabajar la ingeniería de la idea.
Empezaron sin capital, poniendo solamente el valor de horas de trabajo.
“Duramos, con ese modelo puro, unos seis meses”, reconoce Bermúdez. La
dificultad de aceptar como pago equity es que la falta de liquidez impedía
pagar sueldos para algunos de los fundadores que ya habían abandonado sus
empleos full-time para dedicarse de lleno al desarrollo de la compañía que
tenía sede, en esos primeros días, en las oficinas del padre de Marucci Blas.
Empezaron, entonces, a aceptar
proyectos como proveedores mientras seguían asociándose a startups ajenas. “Si
no tenés equipo de tecnología, que es costoso y complicado de administrar,
nuestra propuesta cierra”, reconoce CEO desde hace algunos meses y una de las
primeras adhesiones de la compañía. Lo que también pasó, casi desde el
principio, fue que los socios y primeros empleados tenían ideas propias que
querían desarrollar, más allá de suplir esa función en las compañías de otros.
“Es un riesgo contratar a gente con espíritu emprendedor —dice Bermúdez—,
porque la mayoría va a querer irse en el corto plazo. Tratamos de darles
espacio para que desarrollen sus propias ideas y algunas terminaron siendo muy
buenos prototipos de negocios.” Así fue que, también, desarrollaron una faceta
de company builder que hoy representa 7 por ciento de su negocio. Las
asociaciones con otras startups son 25 por ciento de su cartera y el grueso se
lo llevan sus trabajos como proveedores en la Argentina pero también en los
Estados Unidos.
Para Bermúdez esta es una
evolución natural de su modelo de negocios, ya que “en otros países las startups
tienen más acceso al capital y entonces no están dispuestos a ceder en equity”.
MercadoLibre, por ejemplo, los eligió
para desarrollar la App de MercadoShops. Que esta unidad de negocios haya
despegado tiene sentido: los empuja el mismo viento que, de 2000 a esta parte
gracias la Ley de Software y a ciertas condiciones macroeconómicas que
generaron mayor competitividad, impulsó la creación de empresas dedicadas a la
exportación de conocimiento. Globant, uno de los cuatro unicornios argentinos,
es fruto de esta búsqueda nacional y comparte algunos puntos en común con la
incipiente Wolox.
Un CTO para quienes no tienen CTO
El modelo de Wolox de asociación
remite al de la aceleradora Rocket, que también toma equity a cambio de
destinar horas de trabajo y ayudar en el desarrollo de prototipos. Como ellos,
también Wolox se da el lujo de elegir: como tiene fondos provenientes de sus
trabajos como proveedores, sólo se asocian con startups que ellos consideran lo
suficientemente innovadoras. “Siempre son empresas relativamente chicas, que
hacen foco en ideas nuevas, que no se hayan visto en el mercado”, cuenta
Riesnik. Quien actúa como CTO es “el representante de Wolox en la empresa”, una
especie de embajador cuyo sueldo paga la compañía y no la startup asociada.
Pero, explican, una vez que esa startup crece (con, por ejemplo nuevas rondas
de capital), el CTO en
funciones puede pasar a formar
parte de la plantilla fija de la nueva compañía, desvinculándose de Wolox. Fue
lo que pasó con la startup Increase, dedicada a soluciones para administrar
cobros con tarjetas de crédito, cuando fue acelerada por Wayra. Con lo que se
quedan sí, es con una participación en compañías con mucho potencial y que
fueron validadas por el mercado en su producto. Eso, a largo plazo, puede
rendir más frutos que una simple transacción comercial como proveedores. Con
esa combinación de entradas y salidas de dinero, trabajo y equity es que,
recién el año pasado, alcanzaron su punto de equilibrio y empezaron a percibir
sueldos de mercado.
Este año planean facturar US$ 2
millones. Quizás, más interesante, es su rol como Company Builder. La
posibilidad de incubar emprendimientos dentro del mismo emprendimiento es una
de las características distintivas de la empresa. Y el mejor ejemplo es el de
uno de los cofundadores de Wolox que fundó Syrmo, una empresa dedicada a crear
skateboards —o “patinetas”, como dirían los mayores de 40—con la capacidad para
trackear actividades cuando se está practicando trucos. Aunque se podría decir
que es un deporte más bien de nicho, los skaters son todo un subgrupo urbano
que, en promedio, gastan unos US$ 400 en la actividad todos los meses,
dependiendo del país en donde se lo mida. “Siempre me gustó el deporte y me
divertía la idea de crear algo que no existía en el mercado”, le confiesa
Marucci Blas a INFOTECHNOLOGY.
En rigor, lo que se lanzará al
mercado en diciembre es una placa que se ajusta a la tabla con sensores para
distinguir diferentes movimientos y plasmarlos en una software que maqueta
movimientos y jugadas, algo muy valorado por los skaters por la posibilidad de
aprender de sus equivocaciones en una actividad que se practica primordialmente
en soledad. “Primero hicimos una prueba de concepto con un microcontrolador
Arduino. El tema con el skating es que es un deporte muy hostil y el
dispositivo tiene que estar en una parte muy vulnerable de la tabla. Entonces
nos costó desarrollar un prototipo estable”, cuenta Marucci Blas. Una vez
sorteado este primer problema, la necesidad de capital se hizo imperiosa para
desarrollar la App a fin de mostrar estos movimientos detectados por los
sensores. Aplicaron a varios concursos estatales y privados y ganaron capital
por US$ 25.000. También una aceleradora, Hax, invirtió US$ 50.000 y la
posibilidad de viajar a China para crear un primer prototipo y conseguir dinero
por crowdfunding. No fue necesario: consiguieron casi inmediatamente después
fondos por US$ 350.000 de una de las empresas de skating más grandes del mundo.
Con eso pretenden llegar, a diciembre, con 1.000 placas al mercado de los
Estados Unidos y, en seis meses y con feedback de ese primer dispositivo,
reformular la estrategia. El proceso no fue indoloro: Syrmo tuvo que
constituirse como empresa independiente y Marucci Blas estima que, de salir
todo bien, dejaría de participar en el día a día de Wolox como líder de iOS
para dedicarse, ahora sí, full-time a este emprendimiento.
Videos 360
Deglee es otro de los
emprendimientos en los que Wolox pone horas-hombre. Detrás del proyecto está
líder de Innovación en la empresa, CTO de Deglee y el primer empleado más allá
del “grupo de los siete” en formar parte de Wolox. A pesar de tener sólo 24
años, tiene claro lo que quiere. “Siempre supe que no quería terminar
trabajando en una corporación”, dice. Fue en charlas con otros desarrolladores
que vio que había muchas fotos 360 pero casi ningún video. “Hay muchas
plataformas de video 360 pero son solo de reproducción. Para crear contenido,
nada. Tenés que conseguir una cámara sí o sí y es bastante costosa”, explica.
Creó Deglee para poder captar video desde la App de un celular inteligente,
proyectando la imagen en una esfera. Siguiendo las instrucciones se pueden
crear videos en 360 grados para ver, por ejemplo, por Google Cardboard, o en
Facebook o YouTube. Por ahora es sólo un prototipo para Android aunque ya se
puede bajar desde Google Play o la página de la startup. “Ahora hay que salir a
buscar inversiones”, confiesa, entusiasmado.
Supercampeones
Conocido por ser el protagonista
del animé Supercampeones, Oliver es también el nombre de la última startup que
Wolox incuba dentro de su organización. es el cordobés de 28 años que actúa de
CEO y, desde este año, pasa la mitad de su tiempo en Buenos Aires desarrollando
una tobillera que pretende mejorar cómo las personas juegan uno de los deportes
más populares del mundo: el fútbol.“Practico sólo dos deportes, running y
fútbol. Y mientras que para correr tengo muchas aplicaciones, como Nike
Running, en el fútbol ninguna que me ayude a mejorar mi performance”, dice. La
idea que está detrás de Oliver es crear una tobillera que detecte lo mismo que
una App de Running (como velocidad, calorías, pulsaciones) pero también
elementos típicos del juego, como cuántas veces se tocó la pelota, se tiró al
arco o qué tan fuerte se le puede pegar a una pelota. La primera fase fue
desarrollar la App —que estará disponible en iOS y Android—y ahora están
prototipando la tobillera. “La dificultad técnica no está en crear el hardware
sino en alimentarlo de datos. Es muy fina la diferencia entre correr y correr
para tirar al arco. Son movimientos sutiles y el software tiene que aprender a diferenciarlos.” Aquí no habrá
problemas para conseguir público potencial: 5 por ciento de la población del
planeta practica el jogo bonito.
Fuente: http://www.infotechnology.com/entreprenerds/Facturan-2-millones-de-dolares-ayudando-a-otras-empresas-a-crecer-20161227-0002.html