Sereno y habituado a las preguntas
de los medios, revuelve su café cargado, bebida que no será el único elemento
que lo traslade a su Colombia natal. No hay guardaespaldas, excentricidades ni
nada de aquello que hace más de veinte años rodeaba su vida. Juan Pablo Escobar
es hijo de Pablo Escobar, quizás el narcotraficante más popular y sangriento de
la historia. Tiene 39 años y se define -a diferencia de su padre- como un
hombre de paz. Instalado en Argentina desde hace dos décadas, comenzó una nueva
vida que dejó atrás los lujos pero también la violencia. Del presente y del
pasado habló con ámbito.com.
Periodista: ¿Cuál era su vínculo
con Argentina al momento de llegar al país?
Juan Pablo Escobar: Nosotros
llegamos como NN, por el cambio de identidad. No estaba planeado que nos
quedáramos viviendo en Argentina sino que fue producto de la falta de
oportunidades en Mozambique, con quien sí teníamos un arreglo con el Gobierno.
Pero eso no prosperó, no había universidades, no había nada. Tomamos la
determinación de venir a Argentina después de que intentamos quedarnos en
Brasil, pero la barrera idiomática no nos gustó. Llegamos como cualquier
inmigrante, a tomar las oportunidades que este país nos ofrecía desde el punto
de vista educativo. Y hoy, gracias a esas oportunidades que nos dieron acá, soy
arquitecto, ingeniero industrial y escritor. Ese anonimato duró los primeros
años que vivimos en el país, hasta que tuvimos la mala suerte de conocer al
contador Juan Carlos Zacarías. Éste nos extorsiona, nos quiere robar y, cuando
lo denunciamos, fuimos presos nosotros.
P.: ¿A qué cree que se debió esta
causa que usted denuncia como "armada"?
J.P.E.: Claramente, se juntaron varios
intereses. El contador nos roba y utiliza la presión de los medios, que se
benefician también porque ganan mucha plata hablando de Pablo Escobar. Y se
encuentran con personajes que lo ayudan muchísimo, Víctor Stinfale, el
"Fino" Palacios y el juez Gabriel Cavallo, quienes de manera
completamente cómplice nos arman una causa para hacernos parecer culpables y
salvar al contador. El comisario se creía el mejor de todos; Stinfale, ya
sabemos; y el juez se creía el mejor juez. Pero después el juez termina acusado
por un fiscal por privación ilegítima de la libertad y abuso de poder, y el
resto termina preso. Les ganó la ambición de querer utilizar nuestros cadáveres
jurídicos para escalar en su carrera criminal que parecía legal.
P.: ¿Pensaron dejar el país después
de esto?
J.P.E.: Nosotros sabíamos lo que
nos iba a pasar en Argentina por las amenazas que nos hacían. Eso está grabado
y comprobado. Tomamos la determinación de no correr ante las personas que
vinieran con una pistola, de no huir sino enfrentarlos. Sabíamos que una de las
consecuencias era la cárcel, mientras todo se aclarara. Después de siete años
de procesos judiciales y pericias contables, la Justicia dijo 'esta gente lo
único que tiene de Pablo Escobar es el apellido', ni siquiera la plata. Ahí se
dio por terminado un suplicio para nosotros, pero fueron siete años en que
perdimos todas las peleas judiciales hasta que llegamos a la Corte.
P.: Aun así, ¿es bueno el balance
que hace de su vida en Argentina?
J.P.E.: Sí, siempre estaré
agradecido con Argentina, por las oportunidades que me dio. Hoy soy arquitecto,
tengo otras herramientas que las que hubiera tenido si me quedaba en
Mozambique, porque no tenía ni dónde estudiar allí. Realmente era un lugar muy
triste, donde no había futuro, no había ni comida. Yo tengo mi vida acá, viví
más de la mitad de mi vida en Argentina, mi hijo es argentino, con lo cual
tengo un vínculo muy grande de respeto y afecto con la república.
P.: Usted acusa a su familia
paterna de haber sido los entregadores de su padre, ¿cortó todo vínculo con
ellos?
J.P.E.: No hubo ni lo habrá.
Decidieron entregar a los perros a la persona que les dio el mayor amor y las
mayores comodidades de sus vidas. Ninguno trabajó; si se toman un café, es a
cuenta de Pablo Escobar; si sus hijos van a universidades, es a cuenta de Pablo
Escobar y, si se visten, es a cuenta de Pablo Escobar. Y encima lo vendieron
como un perro a sus enemigos.
P.: ¿A qué atribuye esto?
J.P.E.: Por ambiciosos, me
encantaría saber el motivo, pero no lo encuentro. Mi padre les dio todo: si le
regalaba una finca a un hermano, le regalaba una a cada uno de los otros, una a
la abuela, y así sucesivamente. Es una historia muy triste, la deslealtad la
podés esperar de alguien de afuera, de tus enemigos, pero no de tu familia.
Caín y Abel son un par de niños de pecho al lado de ellos.
P.: Usted distingue siempre entre
el Escobar con su familia y el Escobar narcotraficante...
J.P.E.: No me equivoco cuando digo
que Pablo Escobar era el más bueno de la familia. Imaginate, de ahí para abajo.
P.: ¿Le pesa ser hijo de Pablo
Escobar?
J.P.E.: A todos nos ha pesado, en
algún punto, la historia de nuestros padres. En este caso, todas sus acciones
terminaron repercutiendo de manera violenta y negativa contra su familia, que
era lo que más amaba. Al margen de eso, lo seguiremos amando de manera
incondicional, pero comprendimos que sus acciones tuvieron consecuencias que
marcaron nuestras vidas. Y generaron contra nosotros rechazo, prejuicios y
discriminación que, debo reconocer, disminuyeron una vez que me atreví a contar
nuestra historia como verdaderamente había sido y no como algunos medios
quisieron interpretar.
P.: Este amor del que usted me
habla, ¿es compartido por su madre y su hermana?
J.P.E.: Totalmente, a nosotros lo
único que nos dio nuestro padre fue amor. Quizás tenemos ese privilegio de
haber recibido sólo amor de Pablo Escobar. Miles de otras familias en Colombia
también lo recibieron. Y otras miles de familias recibieron lo peor de él: su
violencia, su terrorismo, sus asesinatos. Es cierto cuando se habla de él como
un hombre muy bueno y es cierto cuando se dice que fue muy malo con muchos
otros; son ciertas las dos versiones que hay de él.
P.: ¿Cómo logran el anonimato su
madre y su hermana?
J.P.E.: Cada uno elige dónde estar.
Antes de dar cada paso, yo lo consulto. Nosotros aprendimos que todo lo que
hacemos en nuestra familia, no debería, pero repercute en el resto de nuestros
seres queridos.
P.: ¿Cuál fue el vínculo de su
padre con la CIA y la DEA?
J.P.E.: Hay una evidencia innegable
que son las fotos que sacó el propio agente de la CIA Barry Seal, las cuales
toma en un avión que perteneció a la CIA y que mi padre compró con el dinero
sucio del narcotráfico. Allí traficaban en connivencia con soldados
nicaragüenses y funcionarios del gobierno sandinista.
P.: Usted pasó de una vida de
comodidades a una mucho más modesta, ¿nunca se sintió tentado de seguir el
camino de su padre?
J.P.E.: Si no lo demostré con 23
años de buen comportamiento, a pesar de todas las trampas que me pusieron en el
camino a ver si me convertía, a ver si mostraba los dientes y las uñas, ya no
tengo más que decir. La tentación de ser Pablo Escobar está todos los días, y
más hoy con las narcoseries que les hacen creer a los jóvenes que ser narco es
cool y está bueno. Aprendí la lección de vida y por eso soy arquitecto e
ingeniero industrial. Vi cómo mi padre se destruyó a sí mismo, a los seres que
más quería y una parte de su país también quedó destruida. Yo tendría que haber
sido muy idiota para seguir su camino, que es el que proponen las series que evidentemente
no estuvieron ahí.
P.: ¿Por qué cree que se da este
éxito de las narcoseries y hasta una identificación con la figura de su padre?
J.P.E.: Hay un término que es poco
conocido, la "hibristofilia"; se trata de la fascinación de las
personas por los bandidos. Es un gran negocio, "Narcos" es el segundo
contenido más visto en la historia de Netflix. Evidentemente ha resurgido el
personaje de mi padre. Hoy, estadísticamente, Pablo Escobar es mucho más famoso
que nunca antes en la historia. Es una fascinación morbosa.
P.: En su libro cuenta que en uno
de sus cumpleaños, le pidió a su padre la presencia de Michael Jackson, ya que
la actuación de artistas en sus eventos era algo normal. ¿Han pasado por sus
festejos privados el elenco del Chavo del 8 o el Puma Rodríguez, tal como se
dice?
J.P.E.: Al "Puma" yo no
lo vi. Al elenco del Chavo, tampoco. Imaginate que no me hubiera olvidado de
tener semejante elenco. Fueron muy desafortunados los comentarios de Carlos
Villagrán, alias Quico;, me parece un ingrato con la persona que le dio de
comer. Tengo fotos de mi cumpleaños desde el día cero hasta el día de hoy, no
estaba el Chavo, ni la Chilindrina ni doña Florinda. Además, no creo que la
función del artista sea hacer de fiscal o de perseguidor contra los criminales.
Los artistas están para transformar nuestra realidad, para divertirnos. No creo
que sí estuvo o no estuvo el "Puma" signifique algo, sería un artista
haciendo lo que mejor sabe. Omití los nombres de los artistas porque creo que
ellos tienen la libertad de hacer lo que quieran y de estar en las fiestas de
cumpleaños que les plazca.
P.: Usted menciona también un
encuentro con el entonces cardenal Bergoglio, hoy Papa Francisco...
J.P.E.: No hubo un encuentro
físico, fue una charla telefónica. Nosotros nunca quisimos involucrar la
historia familiar para conseguir ningún favor, pero estábamos amenazados por un
comisario de la Policía Federal, un juez y un abogado reconocido más por lo
bandido que por lo abogado. En ese contexto me casé. Lo único que le pedimos a
la Iglesia fue casarnos en un lugar privado y el único que lo entendió fue
Bergoglio. No le dijimos 'somos la familia de Pablo Escobar'. Él ayudó porque
entendió que necesitábamos seguridad y autorizó nuestro matrimonio al aire
libre en Pilar.
P.: ¿Qué lo lleva a afirmar que la
muerte de Pablo Escobar fue un suicidio?
J.P.E.: Hay un montón de elementos
que, sumados, dan un resultado inequívoco. La idea del suicidio rondó en la
cabeza de mi padre durante años. Yo hablé con los forenses y ellos me dijeron
'tu papá se suicidó, pero la policía nos amenazó y no podemos revelarlo de esa
manera en nuestro informe. Pero creemos que ustedes como familia tienen todo el
derecho de saber cómo murió'. Además, toda la vida me dijo que el teléfono
significaba la muerte. ¿Por qué utilizó el teléfono siete veces y más de cinco
o diez minutos en cada llamada? Es evidentemente que quiso dejarse encontrar
porque nosotros éramos rehenes del estado colombiano, no éramos protegidos como
le decían a los medios.
P.: ¿Siente miedo en algún momento
o ya superó esa etapa?
J.P.E.: Tuve mucho miedo cuando
murió mi papá, y mucho antes también, porque la muerte nos tocaba el hombro.
Todos estos momentos los he vivido como horas extras. Todos tenemos fecha de
vencimiento y, en algún momento me va a tocar a mí. Renuncié al miedo el día
que hice mi testamento y me fui a una reunión con el Cartel de Cali, donde me
dijeron que me iban a torturar y matar. Después de salir con vida de esa, al
miedo le puse los pantalones.
P.: ¿Cómo es un día normal para
usted actualmente?
J.P.E.: Le doy la espalda a la
entrada, no miro para atrás, vivo tranquilo. Yo quiero vivir con mi familia en
paz.
P.: ¿Quién fue Pablo Escobar?
J.P.E.: El mejor padre del siglo XX
y el bandido más peligroso.
P.: ¿Quién es Juan Pablo Escobar?
J.P.E.: La misma persona que
Sebastián Marroquín; el arquitecto; el pacifista; el padre de familia; el
escritor; el hombre que, con una historia tan densa y pesada, pudiendo
convertirse en el Pablo Escobar 2.0, decidió aferrarse a la bandera blanca.
Juan Pablo Escobar presenta su
libro "Pablo Escobar In fraganti", editado por Planeta, el jueves 16
de febrero a las 18.30 en Auditorio Bajalibros, Costa Rica 5639.
Fuente: http://www.ambito.com/872502-juan-pablo-escobar-y-su-recuerdo-de-bergoglio-nos-ayudo-cuando-necesitabamos-seguridad