Se cumple un nuevo
aniversario de la "Kristallnacht". Para muchos constituyó el prolegómeno de
lo que sería el mayor genocidio de la historia.Fotos de las dramáticas 48 horas.
Hasta el 8 de noviembre de 1938 el régimen nazi comandado por Adolf Hitler acosaba a los ciudadanos judíos con
toda clase de medidas administrativas: expropiación de sus bienes, obligación a
vender propiedades a precios viles, despojo de todas sus ganancias y la
imposibilidad de formar parte de la vida política, social y administrativa de Alemania. Ese era el tipo persecución que los nazis
habían aplicado contra la minoría, a quienes culpaban de todos los males que
padecía la nación, sobre todo los económicos.
Sin
embargo, el 9 de noviembre -hoy se cumplen 77 años- todo cambiaría. Hitler ordenaría una matanza que sería considerada un
anticipo de lo que padecería el pueblo judío y Europa. Conocida
históricamente como "La Noche de los Cristales Rotos" (Kristallnacht, en alemán) fueron 48 horas en la que el
nazismo persiguió y asesinó a 100 judíos y detuvo a otros 30 mil a quienes
trasladaron a campos de concentración. El Holocausto estaba en marcha.
El
argumento que utilizó el Tercer Reich para
ordenar la matanza fue insólito. La noticia del asesinato de Ernest Von Ratt, empleado de la Embajada de Alemania en París, fue la excusa
perfecta para que las masas se indignaran. Según Berlín, el crimen fue
perpetrado por un adolescente judío de 16 años que se encontraba de forma
ilegal en Francia. El cóctel de "judío e ilegal" constituía
una mezcla ideal para enardecer a la población alemana, sedienta de venganza.
Herschel
Grinszpan era un joven que
vivía en París y recibía frecuentes cartas de su padre donde le
relataba las injusticias que padecía en la frontera polaca por el poder
ejercido a manos de los nazis. La última de las postales la recibió el 3 de
noviembre. En ella le decían que ya no tenían dinero y si podía enviarle algo. El odio se apoderó de él y pese a que no tenía antecedentes criminales,
buscó hacer justicia por mano propia y "planeó" matar al embajador
alemán en la capital francesa. Sin embargo, con poco conocimiento sobre
su objetivo, el 7 de noviembre disparó contra el primero que vio en la puerta
de la sede diplomática y escapó. Se trataba de Von Ratt.
Herschel
Grinszpan, un adolescente judío de 16 años, mató a un empleado de la embajada
alemana en París. Fue la excusa que encontró el régimen nazi para comenzar la
persecución física de judíos.
Joseph
Goebbels, ministro de Ilustración Pública y Propaganda de Hitler se encargaría del resto. Ideó una macabra,
efectiva y rápida campaña que consistió en señalar que el crimen había sido
planificado no por un simple inmigrante polaco en Francia, sino por un grupo de fanáticos. Sin saberlo, Grinszpan dejó servida la excusa a la maquinaria
asesina de Hitler quien tendría frente a sí una oportunidad única
de comenzar el mayor genocidio de la historia. La furia estaba desatada pero
también organizada.
Las SA
(Sturmabteilung), las milicias del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán,
fueron los encargados de iniciar las movilizaciones contra los judíos. Los
"camisas pardas" como eran conocidos esta "sección de
asalto" se encargó de encender la mecha entre los alemanes y austríacos
contra la población judía.
Con la
ciudadanía enardecida y fuera de sí, en la noche del 10 de noviembre Reinhard Heydrich, jefe de la Policía
de Seguridad nazi, emitió una orden secreta que sistematizaba los
acontecimientos violentos que estaban sucediendo en Alemania y Austria. "Tan pronto como los
acontecimientos de la noche permitan desmovilizar a los funcionarios
solicitados, se procederá al arresto de tantos judíos -especialmente ricos-
como puedan ser instalados en las prisiones existentes. Por el momento, solo
los varones judíos, sanos y que no sean demasiado viejos, serán detenidos",
decía el documento.
El ataque
consistió en la quema de sinagogas, destrucción de libros sagrados, el incendio
de comercios y la detención de judíos. En esas dramáticas 48 horas,
miles fueron enviados a los campos de concentración de Buchenwald, Dachau,
entre otros. Las prisiones estaban listas desde hacía días. Serían los
primeros 30 mil judíos en morir allí. El turno de otros millones llegaría en
los siguientes años. Casi no quedó una sinagoga en pie en Alemania y Austria: se destruyeron
267 en ambos países, aunque hay quienes dicen que la cifra se eleva a más de
mil quinientas.
Cuando el
humo dejó de emerger de las sinagogas y los locales comerciales el régimen nazi
culpó a los propios judíos por los desmanes. Confiscó los pagos que las
compañías de seguros debían hacer a los damnificados y profundizó la
"arianización" de las propiedades judías. El Holocausto estaba en
marcha.
El 11 de
noviembre de ese año, el diario norteamericano The New
York Times daría una crónica alarmante: "Una ola de destrucción, saqueo y barbarie sin precedentes desde la
guerra de los 30 años en Alemania, y desde la revolución bolchevique en Europa,
arrasó sobre el territorio alemán hoy, cuando las cohortes nacionalsocialistas
se cobraron venganza contra los negocios y las oficinas judías y las sinagogas,
por el asesinato de Ernst von Rath, tercer secretario de la Embajada de
Alemania en París a manos de un joven judío polaco". Sería la
primera de cientos de crónicas similares a lo largo de la Segunda Guerra
Mundial.
Fuente: http://www.infobae.com/2015/11/09/1768334-a-77-anos-la-noche-los-cristales-rotos-como-se-dio-inicio-al-holocausto-judio