El equipo de Gallardo hizo historia en Paraguay y se metió en su
quinta final de Libertadores. Alario empató a diez del final y logró una
clasificación inolvidable. Ahora, espera rival del partido entre Tigres e Inter.
De pasar los mexicanos, el Millo se mete directo en el Mundial de Clubes.
¡Gritalo,
River!
¿Y qué importa que no termine en seis? El 2015 ya va a ser
inolvidable. La quinta, sí, la quinta final. Y qué ganas de que sea la tercera
Copa, la soñada, la que se viene negando desde el 96. La que ilusionó a todos
desde el inicio, más allá de las complicaciones en la fase de grupos, la que
tuvo su polémica en los cuartos con Boca, la que debió esperar a que pasara la
Copa América en el medio, la que tuvo una sufrida definición ante Guaraní, no
por lo hecho en Buenos Aires, que fue un 2-0 clarísimo, sino porque en el
Defensores del Chaco se le complicó con el 0-1, porque muchos lanzaron el
insulto al aire cuando Sánchez le sacó el cabezazo a Santander en la línea y que
gritaron el golazo -golazo- de Alario para por fin relajar los nervios y soñar
de nuevo. Y que sueñe River, porque ya está en la final. Y ahora estarán todos
atentos al partido entre Tigres e Inter de este miércoles, que definirá el rival
pero que además, con la clasificación mexicana, no sólo definirán en el
Monumental sino que le asegurará a River un lugar en el Mundial de Clubes.
Fiesta, Millo.
No se le hizo sencillo el partido en el Defensores del Chaco. Tuvo
sus momentos, pero fue Guaraní el que por momentos lo terminó acorralando. Es
cierto, quizá no con el mejor fútbol, pero sí pateando al arco en cada pelota
que le quedaba más o menos a tiro. Con Santander colándose a cada rato por los
costados, Mercado recibió la primera amarilla a los 7 minutos. River no se
mostraba del todo sólido en defensa, pero en ataque lograba sorprender: así
llegaron Sánchez y Alario con una pared y taco que no pudo aprovechar Mora; y
otra calcada que Lucho González, de floja noche, no llegó a tocar. Pero en esos
primeros 45, fue más el local. Si hasta Barovero tuvo que esforzarse para sacar
un tiro de Benítez desde lejos y otro cabezazo que se fue
arriba.
El segundo tampoco arrancó bien. Menos claridad en ambos equipos y
una balanza que se inclinó para el lado de Guaraní. A los 16, llegó el 1-0 que
puso una señal de alarma: sobre todo porque que nos e trató de un tiro
descolgado. Fue con toque y llegada progunda: cabezazo de Bartomeu que dio en el
palo y, con la defensa de River (y hasta Barovero) con lenta reacción, Fernando
Fernández aprovechó el rebote y... ¿Un dolor de cabeza? Dos: porque minutos
después, Sánchez tuvo que sacar en la línea un cabezazo de Santander. Pero si no
se puede con fútbol se podrá con guapeza, con rebeldía, y eso sí tuvo River. Se
cansó de sufrir y decidió romper con esa sensación de hastío. Y cómo lo hizo:
con un taco de Cavenaghi, con una maravilla de Tabaré Viudez (¡qué inicio
prometedor!) y con un golazo de Alario por arriba de Aguilar (que había tenido
su minuto de gloria sacándole otra al ex Colón). Y fue el empate, el 1-1, y
aunque quedaran 11 minutos no importaba nada. Porque el gol de visitante lo
metió a empujones en la final, esa final soñada, querida, buscada y que se
convirtió en realidad. Ahora,
claro, ahora viene lo mejor. Seguí soñando, River.
Fuente: http://www.ole.com.ar/river-plate/futbol/Va-final_0_1397860546.html