Por día perdemos alrededor de dos
litros y medio de líquido. Está comprobado que tomar agua no solo ayuda a
hidratarnos, sino también a prevenir el sobrepeso, mejorar el humor y la
concentración, entre otros beneficios. Lo que hay que saber para hidratarse
adecuadamente aun cuando hace frío
¿ Cuántas veces al día tomás
agua? ¿Esperás a tener sed? Seguramente durante el verano el hábito se hace más
constante por las altas temperaturas. Sin embargo, independientemente de la
estación, la hidratación debe ser sostenida como una costumbre por las personas
de todas las edades.
En invierno, esta rutina se suele
perder y los casos de deshidratación pueden ser más frecuentes que en la
temporada estival. La sensación del frío, la ropa térmica y los ambientes
calefaccionados hacen que se provoque la ausencia de sed. Sin embargo, esto no
implica que no se necesite el líquido, sino todo lo contrario: se requiere con
la misma constancia. De hecho, la hidratación en el cuerpo humano es
fundamental para su funcionamiento. Y no solo hablamos de los deportistas, sino
de los niños, jóvenes y adultos.
El problema es que a la mayoría
de las personas les cuesta tomar la cantidad necesaria de líquido y la duda que
siempre surge es la siguiente: "¿Cuánto líquido debería incorporar?".
Ante este cuestionamiento, hay cuatro parámetros delimitados para saber cuánto
líquido necesita tu cuerpo por día. Según la actividad, la edad y la situación
de cada persona, además de las condiciones climáticas.
Los niños de hasta 6 años y los
adultos mayores desde los 65 años en adelante es la población que tiene más
riesgo de sufrir deshidratación. El principal motivo es que los infantes tienen
un sistema nervioso inmaduro, por lo tanto, pueden no darse cuenta de que
sienten sed. En el caso de personas de edades avanzadas, disminuye la sensación
de sed, por lo cual es necesaria la ingesta hídrica. En un nivel de actividad
normal, los varones deben consumir 2,5 litros y las mujeres, 2 litros
aproximadamente.
La cantidad indicada para los
adolescentes menores de 13 años es de entre 1,6 y 1,8 litros por día. Para los
adolescentes y adultos de 14 a 65 años, cuando la temperatura y la actividad
física son moderadas, se aconseja tomar entre 2 y 2,5 litros, alrededor de unos
8 vasos diarios.
En tanto, para las mujeres
embarazadas lo indicado es beber 300 ml de agua más por día que cualquier
adulto. Mientras que para las mujeres que están amamantando lo aconsejable es
que tomen 700 ml de agua más por día que cualquier adulto. Recordemos que la
lactancia es una de las etapas en las que se queman más calorías de lo habitual
y se pierden más líquidos.
También hay que remarcar que
cuando la temperatura del ambiente sube, la ingesta de agua instantáneamente
debe aumentar, lo que no quiere decir que en invierno no haya que hidratarse.
Múltiples beneficios para todo el
cuerpo
Los beneficios de tomar agua son
numerosos. Al representar el 60% de nuestro cuerpo, resulta imprescindible
porque contribuye con el buen funcionamiento de nuestros órganos vitales.
Para empezar, el agua regula la
temperatura corporal y elimina toxinas, lo que nos brinda energía. Cuando
nuestro cuerpo está deshidratado, debe trabajar de más para realizar esos
procesos y, en consecuencia, nos sentimos más cansados. Asimismo, a diferencia
de otro tipo de bebidas, el agua no contiene calorías, azúcares ni aditivos,
que se asocian con una dieta de mala calidad y con la posibilidad de contraer
enfermedades no transmisibles. Por lo tanto, el agua ayuda a controlar y
prevenir el sobrepeso, la obesidad y la diabetes.
Para las personas que sufren
cefaleas, es importante saber que una de sus causas frecuentes es la
deshidratación. Por lo tanto, la ingesta de agua previene y alivia los dolores
de cabeza. Ligado a esto, otro de los beneficios de una buena hidratación es el
aumento de la concentración, la atención y la memoria a corto plazo. Las
capacidades cognitivas se ven favorecidas.
Otra de las recompensas de
consumir la cantidad de agua sugerida según las distintas variables es
humedecer los tejidos del cuerpo y preservar la elasticidad, la suavidad y el
color de la piel, así como la salud del cabello y de las uñas. Por último,
beber agua mejora el humor, reduce la tensión y aumenta la calma y las
sensaciones positivas. Con estas razones, la ingesta de agua en el invierno,
así como en el resto de las estaciones, es elemental.
5 claves para una hidratación
diaria correcta
Acostumbrarse a beber 1 vaso de
agua al levantarse y otro antes de acostarse. De esta manera, se incorporará al
organismo casi medio litro.
No esperar a sentir sed. La sed
es el sistema que tiene nuestro cuerpo para avisarnos que ya comenzó el proceso
de deshidratación.
Tener siempre una botella de agua
a mano. Llevarla en la mochila o en la cartera y tenerla al alcance en el
trabajo, en la facultad y en casa.
Hidratarse antes de salir a la
calle. Adoptar el hábito de tomar agua cada vez que te vayas de tu casa, de tu
trabajo o de cualquier establecimiento.
Beber antes, durante y después de
realizar actividad física. Para que nuestro cuerpo cuente con reservas de agua,
lo mejor es ingerir entre 500 y 600 ml de agua una hora antes del ejercicio.
Durante la actividad debemos reponer, de a pequeños sorbos, el líquido y los
electrolitos que desaparecieron a través del sudor. Y después, también es
imprescindible ingerir para compensar las pérdidas.
Estas recomendaciones son
generales y no consideran la existencia de patologías o condiciones de salud
particulares. En estos casos, siempre es necesaria la consulta con el médico de
cabecera.
Fuente: lanacion.com.ar