La agencia espacial de EEUU no ha
lanzado criaturas vivas desde 1972, pero con el programa BioSentinel buscará
revertir esto, relevando datos durante 12 meses de misión
Ya han pasado 46 años y algunos
meses desde que un humano pisó la Luna por última vez. Los astronautas del
Apolo 17, Eugene Cernan y Harrison Schmitt, aterrizaron en la superficie lunar
el 11 de diciembre de 1972. Desde que se despidieron del satélite, tres días
más tarde, los esfuerzos de la NASA se han centrado en el siguiente paso de la
carrera espacial: enviar astronautas a Marte.
El lanzamiento del cohete Apolo
17 con tres astronautas en diciembre de 1972, hace casi 47 años, marcó la
última vez que un organismo biológico viajó al espacio profundo, dejando la
Tierra y la órbita baja en la que por ejemplo se localiza la Estación Espacial
Internacional.
Pero esto cambiará en el corto
plazo, ya que la NASA planea lanzar criaturas vivas al espacio profundo por
primera vez en casi cinco décadas el año próximo.
Los ingenieros de la agencia
espacial estadounidense están armando una nave espacial del tamaño de una CPU
de computadora llamada BioSentinel, que transportará células de levadura en
órbita alrededor del sol para ayudar a los científicos a comprender mejor el
entorno de radiación más allá de la burbuja protectora de nuestro planeta.
BioSentinel es uno de los 13
cubesats que vuelan a bordo de la misión Artemis 1, que actualmente está
programada para mediados de 2020. Pero la misión Apolo 17 duró menos de dos
semanas en el espacio. En cambio, BioSentinel recopilará datos durante 9 a 12
meses, abriendo una ventana para estudiar con profundidad los efectos a largo
plazo de la radiación del espacio profundo en el ADN. Inclusive, más allá, ya
que también analizar la reparación que realiza el propio ADN.
"Este es un nuevo
territorio", dijo Kimberly Ennico Smith, astrofísica en el Centro de
Investigación Ames de la NASA, durante un recorrido por las instalaciones de
Silicon Valley, base de operaciones del proyecto BioSentinel.
De hecho, el recorrido incluyó
varias charlas cortas por parte del personal de la misión y proporcionó una
observación de parte ensamblada del microsatélite de 14 kilogramos que
transportará dos variedades diferentes de la levadura Saccharomyces cerevisiae:
el "tipo salvaje" normal, que es bastante resistente a la radiación,
y el tipo mutante, que es mucho más sensible porque no puede reparar su ADN
casi tan bien.
Los miembros del equipo de BioSentinel
monitorearán el crecimiento y la actividad de ambas variedades durante el
tiempo del cubosat en el espacio profundo. Harán lo mismo con cargas útiles de
levadura idénticas transportadas a la Estación Espacial Internacional, un
entorno de microgravedad con niveles de radiación mucho más bajos.
"Los científicos también
rastrearán el crecimiento de S. cerevisiae en dos lugares aquí en la
Tierra", precisó Ennico Smith, del Laboratorio Nacional Ames y Brookhaven
en el estado de Nueva York. En Brookhaven, los científicos expondrán la
levadura a un ambiente de alta radiación. En conjunto, el transporte de datos
debería ayudar al equipo a determinar qué efectos son debidos a la radiación y
cuáles resultan de la microgravedad u otros factores.
Recta final hacia el espacio
BioSentinel está en la recta
final del proyecto ya que el satélite debe estar completamente terminado para
fines de octubre. Luego viene la preparación previa al lanzamiento y la
integración en el megarocket de Space Launch System (SLS) de la NASA, que
volará por primera vez en Artemis 1.
La NASA está desarrollando el SLS
para llevar personas y cargas útiles a destinos del espacio profundo como la
Luna y Marte. El cohete es una parte clave de la visión a largo plazo de la
NASA, junto con una cápsula de tripulación llamada Orion.
Fuente: https://www.infobae.com/salud/ciencia/2019/07/13/en-2020-la-nasa-volvera-a-enviar-seres-vivos-al-espacio-profundo/