El Presidente cuestionó la opulencia de la Ciudad de
Buenos Aires. Esto no va a cambiar creando capitales alternas. Un paso
trascendental es sustituir la coparticipación federal por un fondo de
convergencia.
El presidente de la Nación señaló que la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (CABA) es maravillosa pero que lo llena de culpa el
contraste entre su opulencia y el atraso que sufre el interior del país.
Las evidencias confirman que las brechas de desarrollo
son muy altas, avalando la necesidad de gobernar con otra lógica. En ese
contexto aparece el proyecto de ley de “Capitales Alternas de la República
Argentina”, recuerda el informe de la consultora IDESA.
Se propone declarar a varias ciudades del interior de
las provincias (no a las capitales de provincia) como sedes de reuniones
periódicas de funcionarios nacionales, provinciales y organizaciones
representativas de la sociedad civil. En dichas reuniones se identificarán las
demandas de la sociedad y se coordinarán las políticas públicas necesarias para
atender dichas demandas. También está previsto que los organismos del sector
público nacional puedan relocalizarse o instalar delegaciones en las capitales
alternas.
¿La extensión de la burocracia estatal nacional a
ciudades del interior es una vía eficaz para acortar las brechas de desarrollo?
Para indagar en las respuestas sirve observar cómo se asignan los recursos
fiscales nacionales. Según datos del Ministerio de Economía correspondientes al
año 2019 se observa que:
El Estado nacional administra recursos fiscales por 22%
del PBI.
El 20% de esos recursos nacionales se gastan en la
Ciudad de Buenos Aires.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires vive sólo el 7%
de la población.
Estos datos muestran que, considerando su población, en
CABA se gasta una parte desproporcionada de los recursos fiscales nacionales.
Parte se explica porque la burocracia que sostiene el Estado nacional está
mayoritariamente localizada en la Capital.
Pero la concentración se potencia porque con recursos
nacionales se subsidian los servicios públicos que consumen los habitantes de
CABA (electricidad, agua, gas, transporte) y se dan servicios que en el
interior están a cargo de los niveles locales (justicia, seguridad).
Estado nacional, gran cobrador
El origen del problema es que la Nación acaparó el
grueso de las potestades para cobrar impuestos y, de lo que recauda, una parte
menor se distribuye de manera automática a las provincias. Más precisamente
cobra impuestos a toda la población argentina por el equivalente al 24% del PBI
y distribuye de manera automática solo 8% del PBI. Al 16% del PBI que se
apropia, se le agrega que tiene el monopolio de la emisión de dinero.
Al no estar federalizado el Banco Central, el gobierno
nacional puede financiar los excesos de gasto con emisión monetaria. Esto es lo
que le permite manejar los 22% del PBI de recursos fiscales que direcciona de
manera desproporcionada en favor de la Capital.
En CABA se concentran recursos fiscales y poder de
decisión generando magnetismo en el sector privado. La mejor infraestructura,
los servicios subsidiados y la cercanía al poder inducen a las principales y
más competitivas empresas del país a ubicar sus sedes administrativas centrales
en CABA. Aun cuando sus explotaciones están en el interior, como ocurre con las
energéticas de la Patagonia, las alimenticias de la pampa húmeda y Cuyo y las
mineras del norte.
En el sector financiero esta lógica se potencia. La
concentración de recurso fiscales y la migración del sector privado más
competitivo del país a CABA es lo que la transforma en una opulenta ciudad y
degrada al interior.
La propuesta presidencial es que funcionarios
nacionales viajen periódicamente al interior a visitar las capitales alternas.
En el mejor de los casos es un acto simbólico. Es igual de inconducente que
mantener el actual esquema de concentración de recursos fiscales en el Estado
nacional, pero aumentar la “generosidad” con el interior prometiendo más obras
o partidas de programas nacionales que se solapan con funciones provinciales.
Para que el interior se desarrolle hay que eliminar la coparticipación y devolver a las provincias potestades para cobrar impuestos a fin de que se autofinancien. En paralelo, crear un fondo de convergencia, financiado fundamentalmente por la “opulenta” CABA, para acelerar el desarrollo del norte del país.
Fuente: https://mercado.com.ar/mercado-plus/el-20-del-presupuesto-nacional-se-gasta-en-caba/