
Así consta en el Informe Planeta Vivo 2020 de WWF. La
destrucción ambiental contribuye a la aparición de enfermedades de origen
zoonótico como COVID-19, y demuestra cuán entrelazadas están la salud humana y
la naturaleza.
En menos de medio siglo, las poblaciones mundiales de
mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces sufrieron una disminución promedio
del 68% debido a la destrucción ambiental por las actividades humanas. En
América latina el resultado es aún más impactante: la reducción, en promedio,
fue del 94% y las principales amenazas son la alteración de bosques, humedales,
pastizales y sabanas, la sobreexplotación de especies, el cambio climático y la
introducción de especies exóticas.
El Informe Planeta Vivo 2020, publicado en todo el
mundo por WWF -organización representada por Fundación Vida Silvestre Argentina
en nuestro país- destaca que el motor más relevante de la pérdida de
biodiversidad en los sistemas terrestres es el cambio de uso de suelo,
principalmente la conversión de hábitats nativos en sistemas agrícolas y
ganaderos, así como también la sobrepesca en gran parte de los océanos.
“El avance de la conversión de los ambientes naturales
para las actividades humanas ocasiona graves consecuencias sociales,
ambientales y económicas. Es importante que aumentemos los esfuerzos para la
conservación, promovamos la producción y comercio de alimentos más eficientes y
ecológicamente sostenibles, reduzcamos los desechos e incentivemos consumos o
dietas más saludables y respetuosas con el medio ambiente”.
“Además, es imprescindible que empresas, sociedad y
gobierno hagan respetar las legislaciones vigentes o promuevan nuevas para la
protección de nuestro territorio. La pandemia por el COVID-19, y sus
consecuencias dejan en evidencia la necesidad de cambiar la forma en la cual
nos relacionamos con la naturaleza y el profundo vínculo entre nuestra salud y la salud del planeta.
La normalidad era, en gran parte, el problema”, detalló Manuel Jaramillo,
Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina.
El reporte ofrece como uno de sus parámetros más
relevantes el Índice del Planeta Vivo (IPV) que mide la abundancia de casi
21.000 poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios a nivel
global. El IPV recoge estas tendencias poblacionales para calcular sus cambios
porcentuales medios en términos de abundancia entre 1970 y 2016.
Gran parte de la disminución general del IPV de América
Latina y el Caribe se encontró en las tendencias negativas de reptiles,
anfibios y peces, grupos que se ven afectados por una variedad de amenazas. En
el caso de los reptiles, dichas amenazas incluyen el cambio de uso de suelo y
la sobreexplotación. Los peces de agua dulce son los más afectados por la
sobreexplotación y la fragmentación del hábitat debido al desarrollo de la energía
hidroeléctrica, que se prevé represente un desafío aún mayor en el futuro. En
tanto, para los anfibios, las enfermedades y la pérdida de hábitat son las
mayores amenazas.
El índice de este año incluye casi 400 especies adicionales y 4.870 poblaciones más que el último informe que se publicó en 2018, con una representación mejorada en la mayoría de las regiones y grupos taxonómicos, particularmente de especies de anfibios.
Fuente: https://mercado.com.ar/para-entender/latinoamerica-la-region-con-menor-biodiversidad/