Es
momento de mejorar estrategias y gestiones a través del trabajo colectivo y de
definición de políticas de cooperación, focalizadas en prosperar ante un
contexto de vulnerabilidad social, económica y ambiental.
El
mundo está atravesando una crisis sin precedentes. El COVID-19 ha generado el
confinamiento de poblaciones, el cierre de fronteras, la interrupción de las
actividades productivas y la contracción de la demanda.
Este
contexto, no sólo ha exacerbado la crisis social y económica exponiendo la
fragilidad de nuestros sistemas, sino que también ha originado incertidumbre y
volatilidad en el ámbito financiero.
Por
otro lado, el COVID-19 no es la única lucha que enfrenta la humanidad. El
cambio climático, debido a su carácter transversal, impacta de manera directa
en las economías y sociedades. Ya se manifiestan algunas de sus consecuencias
como el descenso de la productividad de las cosechas, la salud y economía de
los sectores más vulnerables, el incremento de plagas y enfermedades, y el
desplazamiento de poblaciones de su lugar de origen a causa de inundaciones.
Ante
este escenario, es necesario tomar medidas audaces, rápidas y creativas para
planificar una recuperación de la economía, orientada al cumplimiento de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Algunos
países, como China y Alemania, ya se encuentran planificando esta reactivación
mediante paquetes de estímulos económicos para el avance tecnológico y la
transición hacia la “carbono neutralidad”. Otro ejemplo, es el de la Unión
Europea, que destinará un total de €1.800 millones al apoyo de políticas
modernas y a una recuperación sostenible y resiliente.
Por otro lado, la región de América latina y el Caribe, de acuerdo con el informe de la CEPAL sobre los efectos económicos y sociales del COVID-19, enfrenta la pandemia desde una posición más débil que la del resto del mundo. Se pronostica una caída del PBI del 9,1%.
Para una reconstrucción económica orientada a la descarbonización y a la adaptación al cambio climático, hay dos herramientas claves.
- La
generación de redes y alianzas multisectoriales y multiactor, para el intercambio
de conocimiento y experiencias y para la viabilización de proyectos. Trabajar
en red aporta diversidad, favoreciendo la elaboración de soluciones más
creativas.
- El
acceso a financiamiento, ya que se requiere de inversiones de granescala. La
cooperación y el rol de Instituciones Internacionales como el FMI,el Banco
Mundial y la ONU, será esencial para garantizar este acceso, y parasostener el
gasto social y la actividad económica con medidas innovadoras.
Catalizar inversiones en la región
El
Acuerdo de París reafirma las obligaciones de los países más avanzados de
apoyar los esfuerzos de los que están en vías de desarrollo, para construir un
futuro limpio y resistente al clima.
De
esta manera, existen diferentes oportunidades para catalizar inversiones en la
región, como lo son el Green Climate Fund, Deutsche Gesellschaft
fürInternationale Zusammenarbeit, Global Environment Facility, Eurclima+, entre
otras.
Siendo
evidente el compromiso de la comunidad internacional para brindar apoyo a
través de mecanismos financieros, resulta estratégico revisar y reforzar las
condiciones que presentan los gobiernos para lograr atraer y retener inversiones
extranjeras directas.
Con
este fin, hay determinadas áreas en las cuales deberían enfocarse. Entre ellas:
- Fundamentos macroeconómicos del país: PBI, saldo de la Cuenta Fiscal,
saldo
de la Balanza Comercial, Deuda Pública total
- Calidad del entorno interno para hacer negocios y protección legal contra
riesgos
políticos y normativos
- Planes económicos consistentes
- Estabilidad política y seguridad: gobiernos creíbles con planes a largo plazo
- Transparencia de las inversiones y mecanismos financieros gubernamentales
-
Políticas de atracción de inversión extranjera directa coordinadas e integradas
con las políticas de desarrollo.
Un
factor que podría dificultar el acceso a financiamiento internacional sería el
incumplimiento de los países con sus obligaciones de deuda. Otra amenaza a la
cual se enfrenta la región es que sus poblaciones vienen arrastrando cansancio
y descontento por la falta de progreso económico y social, lo que ha generado
un escenario de activismo.
Esto
podría llevar a que los gobiernos tomen medidas a corto plazo, buscando una especie
de “alivio” inmediato. Sin embargo, significaría volver a la situación
prepandémica, de fragilidad de los sistemas ante situaciones de crisis.
Además,
las políticas a corto plazo no son compatibles con la transición verde y justa
hacia el desarrollo sostenible.
(*)
Ingeniera Ambiental especializada en Planes de Acción Climática
(RAMCC).
Publicado originalmente en la edición 51 aniversario de la revista Mercado.
Fuente: https://mercado.com.ar/economia-y-politica/transicion-verde-y-justa-por-el-desarrollo-sostenible-2/