Hace apenas un año,
el municipio de Wuhan, República Popular de China, informaba sobre la detección
de casos de neumonía con etiología desconocida. Un mes más tarde, el 9 de
enero, el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades
identificó un nuevo coronavirus COVID-19 como el agente causante de este brote.
Ante el avance de
la pandemia, miles de científicos iniciaron una carrera para desarrollar una
vacuna contra el virus. Según datos de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), existen más de 190 vacunas candidatas y más de 40 ya se están probando
en humanos con resultados prometedores.
Argentina es parte
de los seis países de la región que participan en los diferentes ensayos y
estudios. En diálogo con la prensa, el director nacional de Control de
Enfermedades Transmisibles, Juan Manuel Castelli, explicó que las vacunas pasan
por un "riguroso análisis para demostrar su seguridad y eficacia" que
se completa en los estudios de Fase III, y que luego deben ser autorizadas y
tener una producción suficiente para satisfacer la demanda.
Esta semana se
conoció que el Reino Unido empezará a vacunar a su población con dosis de la
farmacéutica Pfizer/BioNTech y se espera que otros países anuncien medidas
similares. En sintonía con esta noticia, el ministro de Salud, Ginés González
García, informó que el laboratorio Pfizer presentó ante la Administración
Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) toda la
documentación necesaria para el registro de su vacuna y así se sumará al
trámite ya iniciado por las farmacéuticas HLB Pharma Group - Sputnik V- y Astra
Zéneca S.A.
De este modo, las
vacunas deberán cumplir con determinados requisitos científicos y técnicos
requeridos para acreditar en forma fehaciente la calidad, eficacia y seguridad
de las mismas. En este sentido, el médico y abogado Carlos Hugo Escudero
explicó que el desarrollo de la vacuna se dio sobre distintos “prototipos que
venían en estudio”
El Director de la
Carrera de Médicos Especialistas en Auditoría Médica (UBA) aclaró que, a pesar
de la celeridad del proceso de desarrollo, las distintas fases de la
investigación se han ido cumpliendo y contaron con la vigilancia de las autoridades
de los diferentes países.
Desde el propio
Gobierno reconocen que el operativo para la adquisición, distribución y
aplicación será “complejo” y “único a nivel nacional e internacional”, como
consecuencia de la logística necesaria para asegurar la cadena de frío y los
recursos humanos para garantizar la aplicación. Este escenario genera
interrogantes sobre la obligatoriedad, cobertura hasta la responsabilidad ante
posibles daños por eventos adversos.
Recta final de la carrera por
la vacuna
Según datos del
último reporte, el país alcanzó el número de 1.447.732 positivos, de los cuales
1.274.675 son pacientes recuperados y 133.752 son casos confirmados activos. Se
reportaron un total de 39.305 personas fallecidas.
En la carrera
contra la pandemia, Gobierno ya se encuentra negociado con diferentes
laboratorios para iniciar una campaña de vacunación que tendrá por prioridad
llegar al personal esencial, mayores de 60 años y pacientes de riesgo.
Posteriormente se avanzará con el resto de la población, lo que, según
explicaron desde la cartera de Salud, podría implicar varios meses.
Esta situación
generó dudas e interrogantes sobre la obligatoriedad de la aplicación. La
abogada y miembro del Instituto de Derecho Sanitario del Colegio Público de
Abogados de la Capital Federal, Carla Mitelman, explicó que existen
“herramientas legales para disponer la obligatoriedad de la vacunación”, y
recordó lo dispuesto en el artículo 7 de la Ley 27.491 en relación a que las
“vacunas indicadas en una situación de emergencia epidemiológica son
obligatorias para todos los habitantes del país, conforme los lineamientos que
establezca la autoridad de aplicación”.
En este aspecto, la
Ley 27.491 de Control de enfermedades prevenibles por vacunación, sancionada en
diciembre de 2018 y promulgada en enero de 2019, establece como pilar la
gratuidad de las vacunas y la prevalencia de la salud pública por sobre el
interés particular. Y, además, refirma en el artículo 7 que las vacunas
incluidas en el Calendario Nacional, las recomendadas por la autoridad
sanitaria para grupos en riesgo y las indicadas en situación de emergencia
epidemiológica “son obligatorias para todos los habitantes”.
“Por otro lado, hay
tratados internacionales que obligan a los Estados a asegurar la salud, la
asistencia médica y a la prevención y tratamiento de las enfermedades
epidémicas y endémicas”, indicó Mitelman.
La jurisprudencia,
por su parte, ha sido uniforme en aquellos casos de negativa a la vacunación.
En 2012, la Corte Suprema sentó un importante precedente al ordenar a los
padres de un niño el cumplimiento del plan de vacunación y priorizó la
afectación de la salud pública. En el fallo “N. N. o U. V.”, los ministros
sostuvieron que toda conducta que perjudique derechos de terceros queda fuera
de la órbita del ámbito de reserva del artículo 19 de la Constitución Nacional,
y por lo tanto se trata de comportamientos y decisiones sujetas a la
interferencia estatal.
Mitelman también se refirió a la posible judicialización de casos de aquellas personas que se nieguen a recibir la vacuna o, por el contrario, deseen recibirla pero no integren los grupos prioritarios. “Ya ha habido juicios iniciados por padres que se rehusaban a administrar a sus hijos las vacunas obligatorias del Calendario Nacional y algunos de ellos han sido bastante recientes, con más razón, habrá muchas personas que se nieguen a administrarse la vacuna si es obligatoria, ante el temor de futuros eventos adversos”, sostuvo.
Fuente: https://www.diariojudicial.com/nota/88045/noticias/el-impacto-juridico-de-la-vacuna.html