Para celebrar el Día Internacional del Ruido, docentes, alumnos e investigadores generan conciencia sobre este contaminante invisible.
Es un contaminante como el monóxido de carbono, el
dióxido de azufre o los hidrocarburos, sólo que no tiene tanta prensa como
ellos. Genera malestar, irritabilidad, cansancio y hasta puede alterar las
funciones del sistema digestivo, pero estamos tan acostumbrados a él que muchas
veces desconocemos el origen de estos trastornos. La vida en la ciudad viene
acompañada de un vecino que no deja de crecer, pero al que es necesario ponerle
un límite: se trata del ruido, un contaminante ambiental físico que preocupa y
ocupa a los especialistas en las cuestiones del hábitat.
Ayer se celebró el Día Internacional de
Concienciación sobre el Ruido, una fecha que tiene lugar en el calendario anual
desde 1996 y a la que el año pasado se subió la Facultad de Arquitectura de la
UNT. La Semana del Sonido traerá actividades y muestras hasta hoy inclusive en
esa unidad académica.
“Cada vez generamos más fuentes sonoras, con
mayores decibeles. La idea de la Semana del Sonido es generar conciencia de que
los sonidos, o los ruidos, pueden afectar seriamente nuestro confort
psicofísico”, explica la arquitecta Beatriz Garzón, una de las organizadora de
las actividades y además la responsable de la materia electiva Sonido y
Hábitat. En esa asignatura describen al ruido excesivo en las ciudades como un
contaminante invisible y, como todos los contaminantes ambientales, su manejo
responsable es una tarea conjunta del Estado, la academia, la comunidad en
general y también las empresas. Sobre este último punto habrá hoy una actividad
específica. “En la industria de la construcción, una de las que más ruidos
generan en el ambiente, hay empresas que empiezan a tomar consciencia del
problema de la contaminación sonora y elijen, por ejemplo, la maquinaria en
función de las que menores ruidos generen. También se hará una demostración
sobre el equipamiento que deben utilizar los operarios de la construcción en
sus jornadas de trabajo”, describió Garzón.
En conjunto con la arquitecta Elisa Soldati,
alumnos e investigadores, la cátedra de Sonido y Hábitat está realizando
relevamientos en San Miguel de Tucumán, Yerba Buena, Banda del Río Salí y San
Pablo para medir los niveles sonoros. En nuestra ciudad, esos niveles pueden
llegar a 96 decibeles (db).
Un contaminante
La bioquímica Cristina Daives, de la cátedra de
Toxicología de la Facultad de Bioquímica también contribuye con la electiva
Sonido y Hábitat. ¿Por qué? Justamente porque el ruido está considerado como un
contaminante ambiental, y por ende, un tóxico. “Las afecciones inmediatas
productos de un sonido excesivo las sufre principalmente el oído, pero no es la
única: el ruido ocasiona alteraciones en la frecuencia cardíaca, en el sistema
nervioso e incluso en el sistema digestivo por el estrés que genera”, explicó
la toxicóloga y agregó que este contaminante físico (los hay también químicos y
biológicos, por ejemplo) puede conducir a estados de irritabilidad y también
depresivos, dependiendo de cada organismo.
Ordenanza
288/78
Una normativa demasiado general, con reglas vagas y
poco específicas
La ordenanza municipal 288/78 (modificada en 1997 y
2010) prohíbe “causar, producir o estimular cualquier clase de ruidos o sonidos
innecesarios, molestos o excesivos, procedentes tanto de fuentes fijas como móviles,
que propagándose por vía aérea o sólida afecten o sean capaces de afectar la
tranquilidad de las personas, ya sea en ambientes públicos o privados
cualquiera fuere la jurisdicción que sobre estos se ejercite y el acto, hecho o
actividad de que se trate”. Como puede observarse, no establece límites
cuantitativos para la intensidad del sonido que se genera en la ciudad, lo que
podría dificultar los controles. Establece también que las obras en
construcción o demolición podrás ser de 7 a 22.
Ley 1540/04
(Buenos Aires)
Norma para la Capital Federal que puede servir de
referencia para las provincias
La Ley 1540 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
es una detallada normativa de 23 páginas que brinda herramientas para la
medición y el control de la contaminación sonora. La arquitecta y docente Elisa
Soldati, de la electiva de Sonido Hábitat de la Facultad de Arquitectura,
explicó que si bien es una normativa para la Capital Federal, puede servir como
marco de referencia para las provincias. En esa ley se fijan los límites
máximos admisibles de emisión sonora de vehículos, locales bailables,
edificaciones fabriles, etcétera. “Las jornadas de concientización que
organizamos en la Facultad tienen también como objetivo repensar el problema de
los ruidos para actualizar las normativas vigentes”, explicó Soldati.
Los números
del sonido
Fuente: http://m.lagaceta.com.ar/nota/679855/sociedad/ruidos-molestos-pueden-traer-hasta-problemas-gastricos.html